viernes, enero 27, 2006

COMPAÑEROS DE CIRCUNSTANCIAS


Uno de los relatos de la obra
Vivir en el Silencio
Todos los derechos reservados

© Laura Muñoz Liaño 2002


“La vida es como la mano del eterno trabajador.
Endurecida e insensible al calor y al frío de tanto sentir,
Pero que de igual manera sabe amar con la misma intensidad que se entrega a la suerte de su existencia.
La vida , como los campos, se ara se trabaja, se siembra y recoge sus frutos, pero también pierde cosechas como se pierden los hogares quemados y anegados por las trampas que la misma vida nos pone y que nos recuerdan una vez más,
Que no somos más que puntos en el infinito.”


Entró en el despacho deseando dejar zanjado el asunto de una vez por todas. Se había dejado la piel durante años en aquella empresa y ya había pasado por esto antes, pero ahora la empresa le había colgado el cartel de improductivo. No sabía por qué las cosas tenían que ser tan difíciles.
Existen muchas formas de matar pero sólo una basta para matarte. El terrorismo de despacho es quizás una de las más sutiles formas de matarte en vida, porque si no aceptas las condiciones, sólo te queda la opción de aguantar un infierno.

- Hola. Siéntate por favor.

Él se sienta y observa la luz del teléfono. Es uno de esos teléfonos con altavoz que suele estar comunicado con el del jefe.
El discípulo del jefe continúa:
- Me ha comentado Don Jesús que no aceptas las condiciones del despido. Te llamo para hablarte como amigo.

- Yo no tengo amigos.
- Bueno, al menos como compañeros.
- Sí, compañeros de circunstancias.
- Hombre, son muchos años y ya conoces cómo funciona todo esto.
- Tú mismo lo has dicho, son muchos años.
- Entonces me darás la razón en que esto puede llegar a ser muy duro. No tienes más que ver a Francisco, lleva meses en tratamiento psiquiátrico. Además, sabes que si te trasladamos, habrá un par de personas que no querrán verte la cara.
- Entonces el problema lo tendrán ellos, porque van a tener que verme la cara todos los días si no me dan lo que por ley es mío.
- ¿eres consciente que será una dura presión para tu familia?
- Mi familia es la que me anima a seguir con todo esto. Mira, esto ya no me coge de sorpresa. Sólo hay una diferencia, ahora tengo la vida medio resuelta, tengo experiencia y tengo todo el tiempo del mundo para pasear mi cara por aquí.
- Sí, pero ya sabes como se las gasta esta gente.
- Oye,... perdona,.... tú ¿qué eres?, ¿el economista o el psicólogo de la empresa?

El acoso moral es tan antiguo como el trabajo. Cuando uno sale a la calle a buscar el pan de sus hijos ha de saber que no sólo se enfrenta a levantarse a las siete todos los días y cumplir con tu trabajo durante treinta años. El contrato incluye más cosas.
El contrato incluye que siempre has de callar incluso si llaman a tu esposa para decirle que te vas de putas. Aun es peor cuando se lo hacen a uno de tus hijos si aun no sabes qué es y cómo se las gasta la calle. Pero si todavía crees que puedes relajarte en vacaciones...estás muy equivocado. Puedes recibir una llamada alarmándote sobre un robo en tu domicilio. Sin duda, él, ya conocía todo esto. Era el único que a sus años se encontraba en plenas facultades físicas y psíquicas. A los demás se los habían llevado los infartos, los accidentes laborales, con suerte habían cambiado de empresa o se habían ido a la calle con dos céntimos. Y cómo probar nada. Los ciudadanos de a pie no van equipados con micrófonos para la ocasión.
Lo que puede llegar a pensarse a estas alturas es que ya no es cuestión de dinero sino de justicia. El dinero no devuelve el tiempo robado, ni los momentos felices truncados, ni te devuelve os vuelcos del corazón. La situación llega a convertirse en una cuestión de honor para el que se sienta ante un Doverman de despacho.

Un compañero de circunstancias es ese alguien al que no escoges. Es esa persona que te encuentras cada día, cada año, con el que compartes la necesidad de buscarte la vida. Pero hay compañeros de circunstancias que pierden en el camino esa necesidad. En la vida sí importa el cómo se hagan las cosas, porque al final todos llegamos a ese despacho, y la mayor victoria es la que te llevas dentro. La victoria de haber jugado limpio. La victoria que te convierte en el Cid Campeador de tu familia. Una merecida y orgullosa victoria. Esa, es la diferencia entre un Don Nadie y un Héroe. Y quizás no consigas llevarte lo que te corresponde pero lo que sí es seguro, es que el saco de las desdichas se lo llevará otro.

Él tenía el privilegio de hacer de ese asunto, un asunto de honor, pero aun recordaba cuando la supervivencia estaba por encima del orgullo. A los hombres se les ha educado para competir y ganar, y esa, sin duda, es la trampa. Nadie les enseña a perder. La calle tiene su lenguaje propio y la verdad puede decirse en muchos idiomas pero sólo tiene un significado y ese, es el que se aprende en la calle. Gana el que menos tiene que perder y al que no le queda un sabor amargo en la conciencia.

Al salir del despacho mira a Ana que le observa de soslayo, y él piensa en los años que lleva aguantando las babas de su jefe y las bajas alusiones a las que su cuerpo y su mente están sometidas, pero ella también tiene hijos.
Los demás siguen trabajando en silencio, y el silencio es también cómplice. Pero cuando lo que peligra es tu casa, el silencio se convierte en un aliado, un incómodo aliado.

Él salió de allí pensando en que nadie más que uno mismo sabe el valor de un hombre en la vida, y que las medallas no te las ponen unos compañeros de circunstancias, ni un Doverman, ni un jefe. Las medallas te las pone la vida. Tus batallas ganadas van marcadas en tu piel, en cada una de tus canas, en cada una de tus arrugas... en cada mirada cansada. Y tu premio es lo que tienes cuando vuelves a casa para empezar a vivir después de los cincuenta.


Compañeros de Circunstancias
Uno de los relatos de la obra
Vivir en el Silencio ®

LAURA MUÑOZ LIAÑO2002®

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuanto más leo este relato, más me gusta. Y me hace pensar: no debe resultar extraño a muchas personas encontrar a jefes déspotas y que miran a los empleados como "elementos intercambiables". Lo triste es que compañeros de años de trabajo no sean amigos o no se tengan cierto cariño y respeto por las horas y las fatigas compartidas.